Segunda edición de este gran festival que, sin perder un ápice de elegancia y calidad, naturaliza el jazz, acercándolo a todo tipo de audiencia, no sólo en un teatro, sino también en la calle.

Un placer, de nuevo, haberme encargado de la documentación fotográfica. Y esta vez, con un delicioso recuerdo añadido, gracias a una prueba de sonido que emanaba cariño con cada nota. Lo podréis ver en el próximo artículo…

Nos vemos.